Derecho a la cultura

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¿Sabías que el derecho a la cultura es un derecho humano? Los derechos culturales son importantes para el ser humano porque tienen que ver con el desarrollo íntegro de su dignidad humana. La producción cultural, la creación artística son elementos fundamentales para el desarrollo pleno del ser humano en su vida, y por lo tanto es un aspecto importante de la vida democrática.

El término “cultura” abarca los saberes, las artes, las tradiciones, los valores, las instituciones y modos de vida por medio de los cuales una persona expresa su humanidad y le da significado a su existencia. Desde esta perspectiva, los derechos culturales son muy importantes para el desarrollo integral del ser humano. La vida democrática se desenvuelve diariamente dentro de un entorno cultural determinado y por lo tanto participa del desarrollo cultural. Si tomamos en cuenta que nuestra vida como ciudadanos y ciudadanas se lleva a cabo dentro de un entorno cultural específico, que tiene que ver con nuestras tradiciones, con nuestras costumbres, entonces podemos decir que todos los días nuestra vida democrática está también inmersa en la actividad cultural.

El término “cultura” abarca los saberes, las artes, las tradiciones, los valores, las instituciones y modos de vida por medio de los cuales una persona expresa su humanidad y le da significado a su existencia. Desde esta perspectiva, los derechos culturales son muy importantes para el desarrollo integral del ser humano. La vida democrática se desenvuelve diariamente dentro de un entorno cultural determinado y por lo tanto participa del desarrollo cultural. Si tomamos en cuenta que nuestra vida como ciudadanos y ciudadanas se lleva a cabo dentro de un entorno cultural específico, que tiene que ver con nuestras tradiciones, con nuestras costumbres, entonces podemos decir que todos los días nuestra vida democrática está también inmersa en la actividad cultural.

Los derechos culturales pueden entenderse a varios niveles tanto de manera individual como colectiva. Esto es, todo ser humano tiene derecho a expresarse libremente y tiene derecho a pertenecer a una comunidad cultural determinada. Los derechos culturales también están relacionados con la libertad de desarrollar y compartir conocimientos, expresiones culturales, “emprender investigaciones y participar en las diferentes formas de creación y sus beneficios”. (Meyer-Bisch) De esta forma, los derechos culturales están presentes tanto en actividades artísticas como en actividades científicas y educativas. El acceso a la educación, por ejemplo, es un derecho cultural.

En una democracia deben protegerse, promoverse, respetarse y garantizarse los derechos humanos. Uno de ellos, derecho de tercera generación, es el derecho a la cultura. Fue apenas en 2009 que éste se adicionó al Artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual menciona que:

“Artículo 4o. Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. El Estado promoverá los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los mecanismos para el acceso y participación a cualquier manifestación cultural. (Adicionado mediante Decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de abril de 2009)”.

Todos estos componentes son fundamentales e indispensables si de verdad se pretende reconocer este derecho; pero de cierto es también que añaden complejidad a su reconocimiento. No basta, como para cualquier otro derecho, estar reconocido. Hace falta articular ese reconocimiento con disposiciones normativas; con diseños eficientes de políticas culturales sostenidas y eficaces; y, sobre todo, asignar presupuestos. Esto último es quizá una utopía en países subdesarrollados como el nuestro; países en los que las necesidades son tantas, que el derecho a la cultura parece relegarse a un segundo plano.

Pero los seres humanos, con o sin presupuestos onerosos o políticas estatales eficientes, continúan, crean, insisten, se expresan y levantan la voz. La cultura es, en ese sentido, una forma de ver del mundo. Por eso importa reconocer y respetar en todas y cada una de las personas su derecho a conservar sus prácticas culturales; e importa que el Estado brinde las condiciones para que ello siga ocurriendo; y haga valer la dignidad de las personas en la promoción y garantía de sus derechos culturales.

Se trata, como cree Dorantes:

La dignidad humana no es sólo un concepto ético, sino una base normativa, la cual encontramos, precisamente, en todos los derechos sociales. La dignidad humana puede aproximarse a su realización a lo largo de nuestra vida, "[…] en sus dimensiones fundamentales, que son las que nos distinguen de los restantes animales: nuestra capacidad de elegir; de construir conceptos generales y de razonar, que está en la raíz del pensamiento filosófico, científico y técnico; de crear belleza desde plurales cánones estéticos, que está en el origen del lenguaje y de la cultura; de vivir bajo un sofisticado sistema de normas para afrontar la escasez, el egoísmo y la violencia. (Dorantes citando a Peces- Barba, 6-7)

La defensa de los derechos culturales supone entonces, lograr que sean respetados y garantizados los espacios y los medios para permitir la expresión cultural en nuestro país. Y en no permitir, nunca, que el arte o las prácticas culturales estén al servicio del Estado, como sucedió muchas veces en los regímenes totalitarios de la historia.